lunes, 19 de diciembre de 2016

¿Creemos nosotros en la paz del pan y el circo?

Nacer en una realidad conflictiva

 RAFAEL  LUCIANI      17 de diciembre de 2016       

En esta época no son pocos los que llevan una vida sobrecargada de insatisfacción, amargura y avaricia. No nos damos cuenta de cuánto nos hemos deshumanizado. La Navidad parece haber perdido su sentido festivo. Sin embargo, el verdadero nacimiento de Jesús acontece en medio de condiciones de deterioro sociopolítico, económico y religioso, similares a las nuestras. Por ello, entender el sentido de los relatos de la Natividad es motivo para recobrar la esperanza en medio de la tragedia actual que vivimos.
Jesús nace entre el año 6 y 4 a.C., entre marzo y abril, justo antes de la muerte de Herodes El Grande. El emperador era Augusto, sucedido luego por Tiberio. El prefecto en el año 15 d.C. era Valerio Grato, quien nombra a Caifás como sumo sacerdote en el año 18 d.C. Caifás hará una alianza con Pilato, el nuevo prefecto a partir del año 26 d.C. Luego de la muerte de Herodes, en el 4 a.C., la región entró en un proceso de inestabilidad sociopolítica y empobrecimiento económico, agravado por una crisis religiosa. Se cuestionaba la presencia romana que deificaba al César oprimiendo a los que se le oponían. El mismo Juan el Bautista describirá la situación de corrupción, extorsión y falsa religiosidad (Lc 3,10-15).
Para la cultura mediterránea, la paz era lo que César Augusto había logrado:  él había unificado al Imperio trayendo «la paz al mundo», pero lográndola por medio de la violencia, la dominación de los pueblos, el saqueo de los bienes y la esclavitud.  Era una paz que favorecía la abundancia de pocos y la escasez de bienes para muchos, haciendo uso de la moneda romana para generar mecanis- mos cambiarios que producían inmensos beneficios económicos a las elites. Todo bajo una estricta censura política respecto de cualquier disidencia.
Las comunidades de Mateo y Lucas discernían esta realidad tratando de entender la  «Buena noticia» que Jesús les había comunicado.  Estaban convencidos que sí era posible construir un mundo más humano (Mt 5,9-10). Sin embargo, luego del año 70 d.C., tras la destrucción de Jerusalén, la desesperanza parecía ganar terrenos. Se hablaba de una paz que aún no llegaba. Seguían surgiendo nuevos movimientos violentos y la vida cotidiana se hacía cada vez más dura de sobrellevar.
En ese contexto, las comunidades judeocristianas renuevan su fe en Jesús como el único Mesías no violento ni revolucionario político,  y se distancian de toda ideologización política y deificación de personas.  Asumen la tarea de redactar los relatos de la Natividad para recordarnos que Jesús no ofreció nunca la paz del «pan y circo», sino una que nos hace libres y fraterniza, pero solo si cada uno lo quiere y asume sin temor (2 Tim 1,7) para hacerla realidad. Esto implica denunciar y rechazar todo aquello que deteriora nuestro bienestar humano y nos convierte en objetos y súbditos, antes que en sujetos libres.
Jesús había vivido situaciones similares. Había nacido en la pobreza, carente de símbolos de poder o estatus, y en medio de tantas penurias materiales.  La gloria que se anunció esa noche fue la de un Dios que tomaba posición en esta historia, y no era a favor de los poderosos.
Este símbolo poderoso, el de la fragilidad de un niño, contrastará con el poder de César Augusto, a quien se le llamaba «el salvador del mundo».  El niño mostrará que la paz sólo se logra entre personas de «buena voluntad», los capaces de alejarse de las ideologías que sacralizan a la política y sacrifican a los seres humanos con hambre y penurias.  ¿Creemos nosotros en la paz que controla y ofrece dádivas?  ¿la del pan y circo? ¿o en aquella por la que Jesús vive y muere?


Doctor en Teología    rlteologiahoy@gmail.com    @rafluciani

domingo, 18 de octubre de 2015

Vuestras cadenas




    Desde un paisaje un tanto grisáceo escribo con la tristeza de solo oír noticias que reflejan un esquema de avaricia y codicia un tanto gracioso, pero devastador al mismo tiempo.


   Y me pregunto: ¿Cuál es la causa de este comportamiento? ¿Cuándo volverá la cordura?
   

Y no hablo de algo que no conozcáis, aunque embellezca mis palabras... Hablo de un paisaje dibujado por vosotros mismos, un paisaje en donde los colores se pelean por ver quién luce más. Lamentablemente, sin conocer que todos están en blanco y negro... Sin conocer que tan solo son gamas de gris... 

   Os peleáis, con ansia, por ver quién sobrevive entre vosotros cuando vosotros sois los únicos que podéis apoyaros. Cuando vivís juntos, os conocéis e incluso os queréis... y lo poco que os dejan acercaros vuestras cadenas, os mordéis... 


   Os hablo de como vivís vuestra opresión bajo mentiras que os creéis, cuando otras personas, que nada más allá de ser exactamente iguales que vosotros, juegan a ser dioses administrando vuestra felicidad.


  ¿De verdad entráis en su sucio juego? ¿De verdad os han hecho tan inconscientes? 

  Sigo sin entender cómo os arrastráis por el tiempo que tenéis de vida temiendo, cuando en realidad solo podríais ayudaros.

 
  Y con un suspiro termino mi carta desde un rincón remoto.

  ¿Cuando volverán la cordura y los sentimientos?

 

Fdo. Un viajero más.

domingo, 11 de octubre de 2015

#patriotismodepulsera





       Llevo un tiempo usando este término con el que me gusta describir ese "neopatriotismo” que transpiran los púberes afines a las “Nuevas generaciones” del  PP (partido putativo). Estos nuevos “patriotas” defienden que no se puede pitar el himno español, incluso llamando a la “yihad” pepera contra aquel que ose a hacerlo. Es curioso que, ese pequeño púber pepero defienda que su presidente (que no el mío) vaya a Francia a defender la libertad de expresión mientras que en España secuestra revistas, presiona contra los medios o prohíbe conciertos de música porque sus letras pueden llevar a “altercados públicos” mientras concede permisos para una manifestación homófoba el mismo día del orgullo gay. Cosas de la vida.

     Curioso es también que, en la “Pepa” (Constitución de 1812) quedaran definidas las obligaciones del verdadero patriota, que eran dos: servir a la patria (servicio militar) y pagar impuestos. Ahora va el PP, que son los abanderados del patriotismo, y eliminan el servicio militar obligatorio (con lo que estoy plenamente de acuerdo) y evaden millones de euros en impuestos, llevando sobres, cuentas en B y dinero a paraísos fiscales.
     
    Y me pregunto yo: entonces, ¿qué es ser patriota? ¿Qué es más patriota? ¿Ponerse una pulsera con la bandera roja y gualda o defender la sanidad pública y universal para todos los ciudadanos? ¿Emocionarse con la marcha real (que no himno) o eliminar el hambre infantil? ¿Ir a los toros o evitar que un compatriota tuyo se quede en la calle?

     Los verdaderos patriotas fueron aquellos que bajo la bandera tricolor defendieron la democracia existente en nuestro país y lucharon contra aquellos que quisieron hacer de España un cortijo para señoritos y vasallos. Aquellos que tienen hoy a sus nietos en instituciones públicas saqueando dinero a mansalva  mientras dan lecciones de moralidad al resto de “no patriotas”. Sabemos que sois los mismos, por muy “de cordero” que os vistáis. Ni olvido, ni perdón. Me vas a enseñar tú a mí lo que es ser patriota… 

     ¿Qué es ser patriota? Dices mientras observas tu pulsera roja y gualda ¿Qué es ser patriota? ¿Y tú me lo preguntas? “Patriota” eres tú.

No me llamo Viernes

Recomendamos ver este vídeo:
https://youtu.be/fxoGcoKSYmg


sábado, 12 de septiembre de 2015

El feminismo no pretende




    El feminismo no pretende establecer un sistema hegemónico en el que solo las mujeres tendrían potestad. No pretende tomar a los hombres como moneda de cambio en caso de guerra, ni permitir sus violaciones. Tampoco intenta utilizarlos como cara principal del tráfico sexual, ni mutilar sus partes porque una “tradición cultural” los considere sucios. Igualmente, no pretendemos justificar que se les mate por celos en caso de adulterio.

    Las feministas no queremos negar a los hombres su derecho al voto, ni impedir que lleguen a las cúpulas mundiales del poder político y económico. No asumimos que, año tras año, las estadísticas nos arrojen que los hombres son menos considerados en el mundo laboral; ni tampoco que sean recluidos a la esfera doméstica tras ser padres.


   No queremos traficar con vuestros cuerpos para nuestro disfrute, ni someteros a la presión constante de tener que ser perfectos. No toleramos el hecho de que absolutamente todo el material publicitario y social que nos rodea esté pensado para la mujer heterosexual, y tampoco os llamamos machinazis cuando intentáis denunciarlo.


   Ni mucho menos aceptamos una lacra social globalizada que os mata por el solo hecho de ser hombres, ni banalizamos el hecho de que cada día mueren cientos, sino miles, de hombres por esta lacra. 

Tampoco salimos con el “y tú más”, porque sabemos que este es un problema que nos afecta a todos y todas. No frivolizamos con el hecho de que esos asesinatos no se produzcan por poder, ni por dinero, si no por llevar al extremo unos roles que vienen de fábrica. Eso sería alevosía.

   Bajo ningún concepto queremos ordenaros como vestir, pensar, actuar, hablar…según nuestros gustos históricamente andróginos. 


 Tampoco queremos ordenaros cargar con todo el peso sentimental de una relación de amistad, de pareja… ni abrumaros con todas las responsabilidades que conlleva llevar un hogar sin daros la opción de compartir esas responsabilidades.
 

  Y desde luego, no queremos seres criados para ser etéreos, frágiles, sobrecargados con todo el peso que los roles de género os asignan.
 

   Tengan claro que de ninguna manera nosotras las feministas aceptaríamos estas premisas. La cuestión es… ¿por qué la aceptan ustedes los hombres? 


                                                                                        Foeminist

sábado, 5 de septiembre de 2015

LA MÁQUINA DE PENSAR

     


     Aunque nos parezca extraño, lo que distingue a los seres humanos – no a todos, es cierto- del resto de la fauna es la capacidad de pensar. Pero al Sistema le conviene que el elector conserve esa capacidad en modo desconectado.

     Ha llegado a ser más relevante mostrar que un chimpancé puede aprender a comunicarse con los humanos que contribuir a que éstos puedan comunicarse entre sí.

    Hojeando las distintas leyes de educación –el singular no es arbitrario sino indicativo de su nula singularidad- de los variopintos partidos políticos –en esencia muy parecidos- cuyo modelo más esperpéntico es, precisamente, la última promulgada, la LOMCE, uno llega a la conclusión –he tenido que reflexionar para llegar a esta conclusión, pido disculpas- de que no se pretende formar a personas que entiendan el mundo en el que viven, sino sólo “fabricar” electores que no sean capaces de valorar el incumplimiento de promesas, la demagogia ni algo ya tan asumido en la idiosincrasia de este país, como la corrupción.

    El Sistema suele preparar sus estrategias con tal maestría que, cuando me sorprendo contemplando una puesta de sol mientras recupero algún instante en que rocé la Belleza o reflexiono unos minutos, intentando digerir alguna noticia que resulta inaudita, o me detengo a analizar la jornada transcurrida, reflexionando para aprender de lo acontecido, me asalta desde mi subconsciente un sentimiento turbio de que estoy holgazaneando, que lo que hago no es productivo para el Gran Hermano.

    Es éste, por tanto, el penúltimo intento de cercenar nuestra libertad, como se está haciendo poco a poco, crear una mala conciencia que impida la libertad de pensamiento.

    Ese día será el principio del fin. Menos mal que el aire llega perfumado con las briznas del Cambio.

 José Luis Nogales Delgado

viernes, 4 de septiembre de 2015

Arenas de Bodrum

La libertad no son las arenas de Bodrum.
En un pueblo de España, una noche de principios de septiembre, me siento en el porche de mi casa y enciendo el ordenador. No se escucha nada, solo el roncar de mis perras que, sentadas a mis pies, duermen apaciblemente cambiando de postura cada vez que algún ruido de la noche interrumpe sus sueños.
Mi hijo de tres años duerme en el interior de la casa junto a su madre, que se ha quedado dormida leyéndole un cuento, como tantas noches, con la idea de que termine el día soñando con caballeros, piratas, mosqueteros y dragones.
A miles de kilómetros, en una playa llamada Bodrum y de la que nunca oí nombrar, las olas poco a poco van devolviendo a la orilla objetos que no debían estar en el mar. Una mochila con ropa, una botella de agua, una cazadora, un zapato…
Esa misma mañana, un hombre con uniforme, en esa misma playa, llevaba en brazos el cuerpo sin vida de un niño que nunca llegó a conocer, un niño como mi hijo. Se llamaba Ahmad, y aunque ignoro su verdadero nombre, necesito llamarlo así para que sea aún más real y homenajearlo de forma que no quede en el olvido.
Ojalá esa estremecedora fotografía nunca se hubiese tomado, porque ni el horror de su significado puede detener lo que la barbarie ha hecho de Bodrum, el último lecho de esta vida inocente.
Ojalá pudiese tener el poder de retocar esa fotografía y con ello su realidad, cambiándola por un padre que lleva a su hijo en brazos mientras sale del mar y lo pone a salvo, transmitiéndole tranquilidad y ahuyentando su miedo, depositándolo sobre la arena seca para que sus ropas no se humedezcan.
Como tantas veces hemos leído en los innumerables titulares, la de Ahmad es la imagen del horror de una guerra, del afán de encontrar un sitio en este mundo donde no se sienta miedo, en el que no se oigan el sonido de las bombas ni de los disparos, en que se pueda vivir a salvo de la barbarie y de la sinrazón de unos que para imponer no sé qué creencias, someten a otros mediante las armas y el horror.
Hoy las olas abrazaron a Ahmad y lo mecieron por última vez dejándolo sobre la arena fría de la playa de Bodrum para que los humanos lo encontraran y sintieran la vergüenza de la sinrazón de las guerras las muertes de seres tan indefensos e inocentes como la de este niño.
Al terminar estas líneas iré donde duerme mi hijo y le daré un beso en tu nombre, Ahmad. Descansa ahora en esa paz que en vida te negaron.

J.K.


domingo, 30 de agosto de 2015

Manuel Vivero Morales



    Tal día como mañana, de hace 79 años, se entregó en el puesto militar Manuel Vivero Morales, junto con su hermano Antonio Vivero Morales, ambos, después de haber estado huidos en el monte. En aquellos días a 17 mujeres de Guillena se les rapaba, se les daba ricino, se les paseaba, humilladas, por las calles de Gerena y luego las fusilaban en los muros de nuestro cementerio.

   Manuel Vivero Morales, de 35 años, alguacil del ayuntamiento de Guillena, vivía con su mujer, Felipa Algaba Escudero, y con sus cuatro hijos en los altos del ayuntamiento. Aquel verano un grupo de golpistas, que por sus acciones criminales nunca serían juzgados, se levantaron en armas contra el gobierno democrático de la Segunda República. Manuel Vivero se echó al monte, junto con su hermano Antonio, y un grupo de hombres asustados; el miedo a los “Nacionales” se extendía como la pólvora por toda la provincia.

   Manuel era el padre de mi tata Carmen, mujer de Curro “Macaca”. Era el abuelo de mi prima Felipa, que tiene el kiosco en Jardines de Gerena. Su abuela, Felipa Algaba Escudero, era la tía de mi abuela. Felipa era la mujer del alguacil del ayuntamiento de Guillena en el verano del 36.



   Manuel Vivero Morales, y su hermano Antonio, fueron presentados por su padre en el puesto militar el 31 de agosto de 1.936. Este hombre, el padre, era el guarda de un cortijo y el señorito lo convenció para que hablara con sus hijos: “Presenta a tus hijos en el puesto, que no les va a pasar nada, yo respondo.”



   El padre de Manuel y Antonio cogió un camino, una noche de poca luna, con miedo de que alguien le siguiera y se internó en la sierra. Allí, además de darles a sus hijos besos, abrazos y alguna vianda, les convenció para que regresaran al pueblo y se entregaran. Teniendo la protección del señorito, y con todos sus amigos importantes de la capital, quizá pasarían en la cárcel una temporada, pero la vida no corría peligro: “Hijos, vení conmigo ar pueblo, que ustedes  no habéi hecho na!!, y er ceñorito me acegura que no os van a tocá un pelo. Entregarce, que aquí en er monte os van a cazá como a conejos.”



   El día 31 de agosto de 1.936 ambos hermanos se entregan, de todas formas sus vidas de nada les valía lejos de sus familias, escondidos como alimañas. Este documento da fe de la entrega de Manuel Vivero Morales. Por detrás algunas anotaciones de alguien que ha tratado de hurgar en los pasillos de la memoria, buscando respuestas a preguntas durante cuarenta años silenciadas por la dictadura y el terror del régimen franquista. ¿Qué pasó aquel verano de 1.936? ¿Qué hicieron aquellos asesinos con tanta gente? ¿Dónde están los miles de desaparecidos? 





   El 11 de noviembre de 1.936, a las 18:00 horas, ambos hermanos son trasladados a comisaría. Lo que pasó después se puede intuir: fusiles escupiendo fuego en la tapia agujereada del cementerio de San Fernando... un paseo en un camión... una tumba cavada, a la luz de unos faros, en una cuneta cualquiera... alguna fosa común, con algunos huesos, en algún sitio...



   Manuel Vivero Morales asesinado, desaparecido, y luego silenciado. Manuel y Antonio dos almas de un incendio que, 79 años después, sigue ardiendo. Porque nunca se les hizo justicia. Porque tenemos Memoria.



Felipe Marín Álvarez